Muchas calles, poca confianza, la noche no es un buen complemento, el día no es el cómplice adecuado. Es un segundo piso, el balcón puede ser una salida, pero el estridente sonido de la puerta, que pide agritos y de rodillas aceite, delata a quien desee emprender la fuga, la puerta principal no se toma dentro de las opciones de escape porque no sería emocionante, las ventanas conducen a los tejados de los vecinos. Si quieres irte, sólo dilo.
miércoles, 6 de enero de 2010
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