miércoles, 6 de enero de 2010

FUGA FRUSTRADA

Muchas calles, poca confianza, la noche no es un buen complemento, el día no es el cómplice adecuado. Es un segundo piso, el balcón puede ser una salida, pero el estridente sonido de la puerta, que pide agritos y de rodillas aceite, delata a quien desee emprender la fuga, la puerta principal no se toma dentro de las opciones de escape porque no sería emocionante, las ventanas conducen a los tejados de los vecinos. Si quieres irte, sólo dilo.

DEMOLICIÓN

Pongo un pié en el piso de mi cuarto, un acto desprevenido y un tanto inconsciente, me levanto de mi cama, ya puedo controlar mi equilibrio. Camino hacia el baño, me doy cuenta de que la puerta ha desparecido, imagino que tal vez estoy un poco dormida y trato de encontrarla, no entiendo... Tocan la puerta de mi casa, mi mascota comienza a dar aviso de la nueva presencia, enseguida sale mi madre a medio vestir por el afán que la caracteriza, termina de cubrir su cuerpo, abre... Juanita, mi hermana de cuatro patas nos aturde con su lenguaje, baja las escalas, ella quiere abrir la puerta, pero es mi madre quien lo hace... Mi reacción: entro al baño rápidamente, estoy en pijama y no quiero que me vean. Escucho dialogar a mi madre con los sujetos, hablan de demoler muros, el piso, el balcón. Despues de escucharlo todo, me baño, salgo un tanto apenada porque no tenía nada más con qué cubrirme sino una toalla anaranjada, saludo entre dientes y entro casi corriendo a mi cuarto. Comienzan los molestos ruidos de la demolición, sólo quiero salir de mi casa y pensé: éste es sólo el comienzo, serán veinte días, un mes...

Algo sobre Camila

Al parecer Camila ha vuelto a tener tiempo libre para pasarlo conmigo. Me saca de una bolsa en la que me ha introducido su madre para protegerme del polvo. Ya no recuerda en qué página había quedado la última vez, por eso comienza de nuevo.
A ella le gusta leer en voz alta, en la soledad de su cuarto. Repite las palabras que llevo plasmadas en mi interior; después de llevar varias páginas, se acerca su madre, que al parecer estaba escuchando a Camila, le pregunta qué clase de libro es ese y emite un discurso moralista que nada tiene que ver con mi contenido y que sé que a Camila no le interesa.
La subversión del pensamiento de Camila, es para su madre, el resultado de la vida universitaria. Tantas lecturas revolucionarias, los compañeros de pelo largo, piercings y tatuajes, deben ser los que la llevan a ese mundo de perdición, la alejan del ser superior que deben adorar los humanos o la música de locos que su madre ataca con las predicaciones y canciones del canal evangélico.
Camila es la decepción de su madre, ella pensó que iba a ser una buena hija, que podría contar con ella, que sería una mujer conservadora, que tendría como fin último casarse y tener hijos, que aprendería a cocinar y a limpiar la casa para atender a su esposo en un futuro.
Una discusión más que al final no llevó a ningún acuerdo, Camila no va a dejar de leer, escuchar música, salir, ni muchos menos estudiar porque a su madre le parezca que lo mejor es el desconocimiento, estar encerrados en una bolita de cristal de color rosa que no deja ver lo que hay afuera y su madre no va cambiar de opinión respecto a sus pensamientos conservadores, porque según ella así se vive mejor.
Camila vuelve conmigo, continúa recorriendo mis páginas, creo que a mi lado se siente mejor.

SÁBADO

Poco tiempo, una vida, muchas ansias... Qué hacer un fin de semana, ¿Quedarme metida en el claustro disfrazado tranquilidad? Ahora comienza una larga deliveración interna. Es sábado, son las 7 de la noche, acabo de llegar de una tarde llena de poesía y hip hop, algo cansada me dirijo a la cocina a indagar sobre el manjar con el que estaba soñando camino a mi casa, como de costumbre mi fantasía se ve interrumpida por la supuesta realidad, un plato de comida desabrido, un jugo simple que sabe a lunes, acto reflejo, el hambre desaparece. Cojo mi computador, entro al msn, observo mis contactos tratando de descubrir con quien podría compartir la noche, minutos después se abre una ventana, Andrea me invita a rumbear a su guarida nocturna, pregunto con quién va para no frenar la conversación; llega la respuesta esperada: no. Las opciones de salir son escasas, el tiempo se agota... Estoy decidida, saldré a tomarme una cerveza. Aparece un acompañante invisible, vamos al lugar de siempre, la música invade todo mi cuerpo, me dejo llevar, luego viene otra cerveza, hablamos un poco... Ya son las dos de la mañana, las luces advierten sobre el cierre del establecimiento. Vuelvo a mi claustro. FIN.