martes, 21 de julio de 2009

Un extraño beso

Después de una tiempo no sabía qué hacer, empecé a preguntarme qué tipo de sensación era esta, ¿acaso puede ser? ¿Será posible que este sucediendo? nunca me lo imagine.

Desde aquella noche no he podido saber de qué se trata, he intentado descifrar los pequeños acertijos que me trae este sensación, he puesto frente a mi todas aquellas pistas, he pensado en lo que sucedió y aun así no lo entiendo.

Salía del bar que frecuentaba como de costumbre cuando la vi. Era ella, era aquella mujer blanca de ojos negros y hermoso cabello liso, que sin saberlo aun, permanecía en mis más ocultos sueños pero que aun así protagonizaba mis peores pesadilla, no podía creerlo, la tenía a solo unos pasos cruzando la calle, estaba allí sola como una pequeña flor de loto en medio de un pantano infestado de lagartos. No sabía qué hacer, no podía entender si la atracción que sentía frente a ella era real o solo un juego macabro que me jugaba la imaginación.

Que hacer, ¿me acerco y le hablo? pero, ¿qué le digo? pensará que soy un pobre cretino que no es capaz de contener sus profundos sueños masculinos. Aun así lo hice, me acerque a ella esforzándome por no parecer un idiota.
-Hola, ¿tienes fuego?
Permaneció en silencio frente a mí como si yo no estuviera ahí.
Repetí
-Hola ¿tienes Fuego?
Dirigió su hermosa y blanca mano hacia su bolso en busca del encendedor, lo tomo y encendió mi cigarrillo.
-Muchas Gracias - Respondí mientras ella permanecía en silencio.
-¿Quieres uno? - esta vez respondió con una melodiosa voz que solo había escuchado en la pesadilla más oscura que ella protagonizaba.
-Sí, muchas Gracias. - encendió su cigarrillo.
-¿Acaso esperas a alguien? - Pregunte.
-No, solo espero regresar pronto a casa.
-Si quieres puedo acompañarte.
-Está bien. - Emprendimos rumbo hacia donde ella me decía, a pesar de tenerla a mi lado no se me ocurría nada para decirle.

Tras caminar unas cuantas cuadras aviste que algo estaba ocurriendo, su piel blanca tendía a ponerse más blanca aun, sus ojos negros pronto empezaron a brillar con el reflejo opaco de una luna casi invisible, ahora no era ella la que se sentía insegura conmigo, aunque tal vez nunca los estuvo.

de repente se detuvo, se paro frente a mi sin inmutarse, su mirada profunda despertó mis más ocultos temores, me hablo de nuevo, me dijo que no tuviera miedo, que era yo la persona que siempre había esperado, ¿para qué? aun no lo sé. Simplemente me tomo de la mano, y sin pensarlo demasiado se abalanzó sobre mí como lo hace un cazador sobre su presa, me besó como ninguna mujer lo había hecho jamás, sentí que la vida no sería perfecta si no estaba a su lado.

Trato de repasar cada momento después de ese dulce beso, trato de unir cada momento que recuerdo de esa noche, para hacer a una idea de que ha sucedido conmigo. Hasta ahora no lo recuerdo, y la verdad en este momento poco me importa, solo sé que estoy a su lado y con eso es suficiente para mí.

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