miércoles, 8 de julio de 2009

FICCIÓN

Siempre he amado la fantasía, a menudo construyo mundos diferentes en mi cabeza, me dejo llevar por mis sentimientos y mis anhelos y trato de personificarlos, logrando imágenes reales; pero no puedo dejarlas salir de mi cabeza… Soy una idealista, lo acepto y me siento feliz por eso, sueño con un mundo justo, no creo en la resignación y en el conformismo, creo en que todo puede mejorar, no tengo un modelo de vida a seguir, pero sí deseo contribuir en la construcción de un mundo donde podamos ser dueños de nosotros mismos, gozar de la igualdad, pensar en la unión y en la fraternidad, un mundo donde no haya sufrimiento, ni sometimientos, donde haya libertad.

Muchas veces pienso en conectarme con la realidad y saber que todo ha cambiado y que alguno de esos mundos exquisitos con los que siempre he soñado, es real, que todos ayudamos en su construcción, que fue hecho con amor, que lo cuidaremos, que seremos para el, que haremos grandes planes para conservarlo…

Pero no debe ser solo un sueño, porque se que hay muchos como yo, que no somos conformistas, que amamos nuestro planeta, que queremos luchar por un mundo nuevo, que estamos dispuestos al cambio, que no nos da miedo.

Estoy segura de que los límites no existen, que debemos recorrer un camino donde los principales obstáculos somos nosotros mismos, cuando nos rendimos, cuando dudamos, cuando faltamos, cuando perdemos la cabeza, cuando callamos, cuando somos egoístas, cuando retrocedemos, cuando nos acobardamos.

La cobardía es sinónimo de fracaso, nos vuelve inseguros, negativos y poco confiables, pero no es mi caso… Estoy dispuesta, preparada, decidida, tengo el apoyo, tengo la voz, tengo mis manos, tengo mi ser…

Ahora estoy con ellos… con los que luchan, con los idealistas, con los que sufren, con los que se arriesgan, con las víctimas, con los que participan, con los que hablan, con los que callan por temor, con los que se defienden, con los que resisten, con los que se rebelan, con los oprimidos… Ellos son el pueblo, “el pueblo que no sólo toma plena participación en el desarrollo histórico, sino que se apodera de él, lo acelera, lo determina” (Carácter popular del arte y arte realista).

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